sábado, 24 de enero de 2015

Viaje a Ricote. Juanillo Pérez





Queridos amigos, una vez mas estábamos en la cabaña cavilando a ver que podíamos hacer ( que no fuera estudiar por supuesto). Según fuentes de mi amigo Carlos, que tiene una memoria prodigiosa, en esta aventura participamos: él , Oscar y un servidor. Bueno, resulta que estando en la cabaña , teníamos ganas de marcha, y se nos ocurrió que una excursioncita nos vendría de perlas, y decidimos irnos a Sierra Espuña a pasar un par de días. Cogimos las mantas de nuestras camas, y algo de comer y partimos.

Al final, ya en camino para Espuña, vimos que se nos hizo un pelín tarde y la noche se nos echaba encima y decidimos cambiar de destino por la sierra de Ricote que estaba mas cerca.

Pero, lo que nos terminó de convencer, fue que el pueblo estaba en fiestas. Ricote es el pueblo de murcia que antes celebra sus fiestas en el año. Su patrón es San Sebastián, 20 de enero.

Y allí llegamos los tres con la noche ya cerrada y un fresquito de aupa. Lo primero que vimos fue donde pasaríamos la noche. Preguntamos por el forestal y nos indicaron donde vivía. Fuimos a verle y muy amablemente nos indicó donde estaba el refugio en la sierra, en el que podríamos pasar la noche. Solucionado el tema del alojamiento decidimos disfrutar de las primeras fiestas murcianas. El pueblo de Ricote es un pueblecillo que da nombre al famoso entorno llamado "el valle de Ricote". Es un pueblo pequeño y acogedor donde lógicamente todos los vecinos se conocen y son como una gran familia. Las fiestas consistían en adornos de calles , caballitos y puestos infantiles para los mas peques, y toros y procesión del santo patrón por las estrechas calles del pueblo, en fin, lo típico, lo que se ha venido haciendo desde tiempos inmemorables. Poco había cambiado en las fiestas tras el paso de los años, y quizás ni falta que hace.

Unas de las señas de identidad del pueblo de Ricote es su vino, y nosotros eso lo sabíamos y no estábamos dispuestos a pasarlo por alto. Así que nos metimos a un bareto a combatir la fría noche con una buena jarrita de vino y tres vasitos para los mosqueteros cabañeros. Fue una jarrita o dos, o tres......., o quizás cuatro. En fin a partir de la tercera ya vas perdiendo la cuenta. Había música y ambiente en la noche ricoteña y no quedamos en nada defraudados de sus fiestas, con fuegos artificiales incluidos. Después de una larga velada en la que no faltaron multiples partidas de futbolín con la chavalería, llegó la hora de retirarnos a nuestros aposentos, es decir el refugio. Nos costó bastante encontrarlo, ya que estaba algo escondido, subimos hacia él andando en medio de la noche cerrada entre limoneros y pinos, y el vino tampoco ayudaba.

Al fin, después de algunas vueltas, dimos con él . Encendimos una pequeña hoguera para calentarnos en la pequeña chimenea de que disponía en una esquina, pero no fue esa noche nuestra mejor hoguera, se nos apagó enseguida. Nos enrollamos en nuestras mantas y decidimos descansar, después de disfrutar un poco de una bonita velada en el fuego y de las vistas del valle con el pueblo a nuestros pies todo iluminado. Quiero decir que esa noche fue de las mas frías que hemos pasado en nuestra vida ( por lo menos por mi parte). !!!!Madre mía que frío!!!!! El efecto calorífico del vino ya se nos había pasado y ver salir el sol en aquella sierra fue como una bendición para nosotros. Ya de día lo peor ya había pasado. Un suculento desayuno ricoteño nos haría entrar otra vez en calor. Durante el día nos paseamos por la sierra disfrutando de la naturaleza. Nos perdimos por ella, aunque levemente.

De vuelta a Ricote, decidimos tomarnos el penúltimo chupito de su vinillo antes de regresar a Orihuela, con la nueva aventura vivida gracias a San Sebastián.

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