Las sierras de Orihuela. Carlitos Sierra
Rodeando la fértil vega del río Segura a su
paso por Orihuela destacan las sierras de “Hurchillo” al sur y “La Cruz de la
Muela” al norte...
La segunda más alta de unos 400 m la subíamos
por los senderos que la ascienden en su umbría llena de pinadas y menos
abrupta. Mis compañeros son unos forofos del fútbol, y cuando necesitaban a
alguien para completar equipo, yo iba a cambio de que ellos me acompañaran a mí
en tan bonita ascensión. En cierta ocasión, mi amigo Chema subió cargado de una
silla que finalmente portamos por turnos, para sentarse en su cima. Chema
trabajaba con su padre de pastor en Calasparra los fines de semana, y decía que
ir al monte era ir a “pasturar”, con lo que si accedía con mi pequeño
chantaje-intercambio lo hacía en un plan muy jocoso.... A Paco Rueda que lo
engañé una sola vez, le hice una foto subido a la base de la gran cruz de
ferralla que coronaba la cima, y cuando la reveló se enfadó notablemente porque
solo salía su cara para que el encuadre abarcara todo el colosal monumento...
A veces me iba de expedición sólo, y la
siguiente historia ocurrió en la otra sierra que cito al principio,la que a
unos cinco Km de Orihuela, junto a la pedanía de Hurchillo se alza apenas 200
m, rodeada por el gran canal del trasvase “Tajo- Segura”, que a sus espaldas
desemboca en el gran pantano extrartificial, -un pantano sin río- de “La
Pedrera”. Esa tarde estaba mi hermana Mercedes rodando en Barcelona con sus
amigas Paloma y Mari Carmen una tercera participación en el concurso de
Constantino Romero, “El Tiempo es Oro”.
En la cima, meditando con las luces de
Murcia en el horizonte se anocheció mas de lo recomendable, y al bajar
dirección a Orihuela, cada vez que encontraba un camino con paso por el gran
canal de agua, aparecían perros de los caseríos cercanos ladrando
enfurecidamente.
Cuando ya me disponía a pasar la noche
encaramado a un algarrobo, lo intenté por última vez dirigiéndome dirección
Torrevieja, llegándome a alejar de Orihuela otros tantos kilómetros, pero
despejándose y allanándose el terreno a la vez que apareció una gran luna
llena.
Cuando divisé un gran caserío blanco y luces
de coches pasando por una carretera cercana el temor de que aparecieran más
perros se apoderó de mí con angustia, pero conforme me acercaba a las
brillantes murallas de esa gran construcción que me asustaba descubrí que era
un cementerio. Recé aliviado un “Padrenuestro” y regresé a Orihuela en un par
de horas donde arribé a la una de la madrugada pensando que mis compañeros
estarían preocupados. Pero solo encontré
paz y ronquidos, y un plato de sopa frío en la mesa de la cocina con un pedazo
de pan reservado con mucho cariño para mí. Esa noche dormí mejor que nunca.
Recuerdo que nos trajiste una caca de jabali de regalo.
ResponderEliminarPaco, seguramente sería un vomitado de buho con sus huesecillos de ratón sin digerir...(Que no soy tan guarro!).
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