lunes, 12 de enero de 2015

"Las fiestas de la Cabaña" Carlitos Sierra


Después de los exámenes solíamos celebrar en la Cabaña un gran fiesta, que titulábamos “Las fiestas de la Cabaña” y poníamos carteles anunciándolas por la escuela y bares habituales, resaltando como hacen muchas discotecas que las chicas entran gratis y las acompañadas no entran (ellos), así como la dirección (junto al corral de las vacas....).
Hacíamos una gran sangría, (50 l con dos de coñac barato en un gran depósito que rezaba en letras rojas la palabra “PRIVA”), y los invitados traían vino de sus tierras, como el dulce joven de Jumilla que nuestros amigos (antiguos borregos ) del piso de los Ingenieros ( habían hecho ya la FP agrícola y en la puerta de su piso ofrecían estudios de ingeniería agrícola), trajeron para cumplir una apuesta que Juan perdió. Aquel vino dulce está abocado o embocado como dicen en Castilla, y se le añade alcohol extra hasta los18º, siendo lo normal en un vino tinto 13 º. Juan acabó su botella motivo de la apuesta, pero se tuvo que ir a dormir perdiéndose el resto del evento. Antes le dio tiempo a subirse a una mesa conmigo y ofrecer a nuestros invitados un memorable concierto, yo al violín y él a la armónica. La mesa se desmontó ante nuestros saltos en la canción de “Malboro”, la volvimos a montar y con menos ímpetu el concierto continuó.

Al finalizar aquella noche al despedir a nuestros amigos los Calasporros fue cuando les cantamos por primera vez aquel bonito himno que reza: “Calasporros, cabrones, tocarnos los cojones”....y todo volvió a ser paz y armonía en la huerta del Segura.....

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