viernes, 23 de enero de 2015

Como conocimos a Juliete. Paquito Ruedita




Cuando Agustín nos comentó que abandonaba la cabaña nos quedamos un poco apenados. ¿A quien metemos ahora con nosotros? Muchas veces no es fácil encontrar la persona adecuada y suelen haber problemas.
No preocuparos, dijo Carlitos. Yo conozco a un tío muy majete. Se llama Julio, es de Guardamar y era sargento en las COES. ¿Sargento de las COES? Cago en la mar Carlos, que nosotros somos muy indisciplinados, ya nos conoces.
Carlos nos indicó entonces que lo que nos hacia falta era una persona como él, responsable, estudioso, disciplinado y sobre todo con mucha, mucha sensatez.

La verdad es que no estábamos demasiado convencidos, pero Carlos la mayoría de las veces lleva razón, pensé.
El día en que Julio Rodríguez se unía a nosotros, llegábamos a la cabaña Juanillo y yo montados en mi Chrisler 180 que solía aparcar a la orilla de la vereda que conducía a la cabaña, que era el nombre de la casa donde vivíamos.
Era un día ventoso, y después de aparcar, nos dirigíamos hacia la casa cuando Juan y yo nos quedamos un poco estupefactos ante la surrealista imagen de un tío dando botes en el tejado del edificio al son del sonido del aire, agarrado a la chapa y mirándonos fijamente sin decir nada.
Juan. ¿Estoy borracho o hay un tío encima del tejado dando botes?¿Estas tu viendo lo mismo que yo?
Efectivamente cuando entramos a la casa, Julio bajó del tejado y se presentó como el amigo de Carlos que iba a vivir con nosotros.
¿Este es el chico responsable que nos va a meter en vereda? le pregunté a Juan.
Pues a mi me ha caído muy bien, me dijo. Le veo alma cabañera.

La cabaña era un cáos. Todo estaba sucio y desordenado. La verdad es que nadie se preocupó nunca por este asunto, pero al día siguiente, cuando nos levantamos, Julio estaba barriendo la casa y había limpiado y ordenado toda la cocina. !Que bueno¡ ...pensamos. Ya tenemos alguien que limpie aquí un poco, pero no iban por ahí los tiros. Julio nos indicó que lo que teníamos que hacer era un cuadro con las tareas diarias de cada uno. Osea que uno limpiaba por la mañana, otro hacia la comida, otro limpiaba los platos, otro limpiaba por la tarde, etc etc....

A los dos días surgieron los conflictos. Julio se levantaba muy temprano y se iba a la escuela, pero nosotros teníamos los despertadores sonando desde las ocho hasta las dos de la tarde, hora en la que alguno de nosotros se levantaba y con buen criterio apagaba todos los aparatos de la casa.

Uno decía que el no hacia la comida porque otro no había fregado. El que no había fregado decía que el otro no había barrido y el que no había barrido decía que pa qué, que al día siguiente iba a estar igual porque eramos unos guarros.

Así estábamos cuando apareció nuestro querido sargento por la puerta y nos dijo....¿Que pasa aquí?
Entonces creo que Juan le dijo de forma muy correcta y pausada...
Mire usted mi sargento: Nosotros no tenemos problemas con lo de la limpieza, pero siempre nos hemos llevado muy bien, Esto de los turnos de trabajo es un follón y no vamos a romper nuestra bonita amistad por cosas de estas de la limpieza.

Julio, demostrando, ahora sí, que Carlitos no mentía y que era una persona sensata y razonable, dijo....
Equilimendi, no pasa na. Vamos a convidarnos y olvidemos esto del cuadro de faenas. Yo soy un firme defensor de la libertad y a partir de ahora cada uno que haga lo que le salga del pepino.
El que necesite un plato que se lo friegue y el que necesite una sartén lo mismo.
Ea, vámonos pal bar.

Así fue como Julio se integró perfectamente con el resto de compañeros y como a partir de ese día fuimos unos compañeros felices que comimos perdices.

No es broma lo que digo, nuestra amistad llega mas allá y somos como una familia que nos vemos, nos queremos y nos damos besos. Sobre todo Juan que es muy besucón.
Viva la Cabaña.


No hay comentarios:

Publicar un comentario