miércoles, 14 de enero de 2015

"Una postal". Paquito Ruedita



Ni Facebook, ni Hotmail ni Gmail ni leches. Como el servicio de correos español de los años ochenta y noventa no ha habido nada comparable.
"No hay cojones". Este era la frase mágica que como un resorte hacía a más de uno levantarse de la silla y poner rumbo a cualquier sitio que se nos ocurriera.
De nuestra primera visita a la ciudad de Pamplona, podría contar multitud de anécdotas, todas ellas muy interesantes, pero en esta ocasión voy a centrarme solo en una de ellas.
Los años ochenta y principios de los noventa fueron años duros de terrorismo etarra en España. La verdad es que había cierto miedo a estas cosas y más en esas tierras navarras.
Hacía bastante frío del aire que baja de la sierra y nos metimos en un tugurio del que recuerdo que habían unas escaleras hacia abajo. Poca luz y mucho humo de los cigarros que entonces se fumaban en los bares.
Los paisanos del lugar tenían pinta de bastante brutos y alguno de ellos portaban la tradicional boina mientas bebían chiquitos.
Sentados en una mesa nos reíamos y poco a poco nos íbamos calentando con el vino tinto del lugar. Entre bromas con Julio por su condición de Sargento de la cabaña, nos dimos cuenta de que la gente nos miraba con cierta sospecha de que pudiéramos ser soldados de permiso, cosa que nos hizo bajar el peo y quedarnos de nuevo sobrios, tras gastarnos el dinero.

En estas estábamos, sintiendo peligrar nuestros huevos, cuando nos acordamos de nuestros amigos los calasporros. No tienen huevos, ¿donde estarán? decía Julio.....
Carlitos Sierra tuvo la genial idea de mandarles una postal en la que aparecía la plaza de toros de Pamplona. !CALASPORROS¡ !CABRONES¡ !NO TENEIS COJONES¡!CAGAOS¡, son algunas de las frases que aparecían en la cariñosa postal.
Los calasporros vivían por aquella época en un piso enfrente de la plaza de toros de Orihuela, donde regentaba un local de venta de patatas un señor al que la barriga le hacia asomar el ombligo al aire de la calle.
El problema fue cuando tuvimos que escribir la dirección para mandarla ya que no teníamos ni idea. Así que, sin más, se nos ocurrió poner en el lugar correspondiente para este menester.....
Estimado señor de patatas, sería usted tan amable de entregarle esta postal a los estudiantes que viven en frente de su tienda y que tienen colgada en el balcón una bandera pirata? Muchas gracias.
Señor vendedor de patatas. Plaza de toros de Orihuela. Orihuela 03300 (Alicante ). España.

Lo impresionante de toda esta historia es que la postal llegó a su destino incluso antes de que nosotros llegáramos a casa.

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