Guerra de naranjas. Juanillo Pérez
Amigos, nuestra querida “Cabaña”, estaba en plena huerta, rodeada de naranjos. Os podéis imaginar el aroma tan bueno que se respiraba cuando , allá por abril, los naranjos florecían.
Esas noches primaverales, era toda una gozada, salir a la terraza e impregnarse de la fragancia del azahar que inundaba toda la huerta. En octubre. Ya teníamos naranjas , que por cierto eran “Navelinas” ricas, ricas. En la Cabaña, los víveres iban justos, justos, pero lo que son naranjas ,eso no faltaban. Nuestro querido casero, D Jesús , insistía en que cogiéramos de todo el huerto, las naranjas que quisiéramos. Pero lo que se le olvidó decirnos, es que por la parte izquierda de la Cabaña, solo tenía dos filas de naranjos, el resto de filas de naranjos eran del vecino.
Nosotros ignorábamos ese importante dato, y pensando que eran del señor Jesús, cogíamos a nuestras anchas naranjas del vecino. Menos mal, que, nuestro vecino, nunca nos pilló “in fraganti”, aunque nosotros ignorábamos que estuviéramos cometiendo hurto alguno. En fin, cosas que pasan. La Cabaña tenía muchos amigos, uno de los mas allegados era Pedro, de Alicante. Este amiguete, se merece ,el solo, la redacción de toda una historieta. Vivía en una pensión , muy cerquita del cruce donde los alumnos de la escuela solíamos hacer autostop, para que, algún alma caritativa nos acercara a la escuela, la cual, estaba dirección a Beniel a unos cinco o seis kilómetros de la gloriosa, bella e inigualable Orihuela. Bueno, al hilo de la historia, Pedro solía venir mucho por la Cabaña. Era un chaval muy majo, algo extrovertido y travieso. Pero esas cualidades no desentonaban, en absoluto, en nuestra querida Cabaña. Ahora, os preguntareis...... ¿Que relación tienen Pedro y las naranjas del huerto? Pues muy sencillo. Muchas veces ( no todas por cierto ), Pedro iniciaba una guerra de naranjas cuando venía y nos tiraba naranjas a los que estábamos en casa. De repente, nosotros, que estábamos tranquilamente dentro de la Cabaña descansando, veíamos entrar naranjas a toda velocidad por la ventana del comedor-cocina, y seguidamente unos berridos muy característicos de nuestro amigo Pedro. Nosotros, que nos quemaba el culo, no tardábamos en contraatacar a naranjazos que teníamos en el frutero, hacia él. La guerra empezaba así, pero terminaba todos metidos en el huerto a naranjazo limpio, unos contra otros. Y nuestras queridas gallinas, con la capitana " caponata " al frente, estaban en medio del fuego cruzado, corriendo de un lado hacia otro, intentando librarse de algún naranjazo. Lo mas gracioso es que, cuando íbamos a buscar a Pedro a su pensión, él insistía en que no contáramos nada a su casera, de las fechorías que siempre estábamos haciendo, porque él tenía una muy buena reputación, en su pensión. Pero cuando salía de allí, Pedro se desataba y desmelenaba por completo. No se entenderían las borregadas de la escuela sin sus intervenciones . Fumigaciones a los borregos con “mochilera”, paseo de bandera nazi, “esturrear” harinas y huevos en las “melondras” borreguiles........ entre otras muchas. En fin, que Pedro se las pintaba solo. Pero lo queríamos mucho y era como un “cabañero” más.
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